En el principio fue la mayúscula

 Por Rafael Peralta Romero 

DOMINGO, 28 DICIEMBRE, 2025:- En el principio era la mayúscula y la mayúscula estaba en todo y la mayúscula era todo. La mayúscula se esparcía por todo el texto, luego la lengua latina parió varias lenguas, entre ellas el castellano, y la mayúscula dejó de estar en todo, vino la minúscula y, siendo pequeña, se hizo grande y estableció su dominio entre las letras y desde entonces la minúscula está en cada palabra y la mayúscula pasó a ser excepcional para marcar nombres y que se cumplan otros mandatos. (Paráfrasis de Juan 1,1-2).

Las letras mayúsculas son muy anteriores en el tiempo a las minúsculas. La lengua latina, madre del español, solo contaba con signos en mayúscula.

En la actualidad, en nuestra lengua, es normativo escribir los números romanos en mayúsculas. Se aprecia en la denominación de los siglos y en los nombres usados por papas y reyes: Juan Pablo II fue el último papa del siglo XX y lo sucedió Benedicto XVI, el primero del siglo XXI.

Como era en el principio la mayúscula, desde hace siglos lo es la minúscula y a la mayúscula le queda que va al principio. La doctrina gramatical en la que se fundamenta este artículo está  contenida en el libro Ortografía de la lengua española, publicación de la RAE y la Asociación de Academias de la Lengua Española, Madrid, 2010.

La consulta se centra en el capítulo IV, titulado “El uso de las letras mayúsculas y minúsculas”.

La minúscula es la forma normal de escribir, pero con el paso del tiempo, los académicos de la lengua consideraron que algunas palabras sean diferenciadas y se escriban con la letra inicial mayúscula. En esta categoría van primero los nombres propios, de personas, lugares, entidades, títulos de obras literarias y de otras artes.

He ahí la función principal de la mayúscula. Las normas deberían ser uniformes y objetivas, pero el uso de la mayúscula irradia un embrujo que domina a profesionales, magistrados, obispos y embajadores. Todos quieren lo suyo en mayúscula.

El empleo de la mayúscula contra la norma gramatical está relacionado con el temperamento de quien escribe, pero más que eso con su intención, su formación y con su rol en la sociedad. Los rangos y cargos influyen para que una persona emplee letras mayúsculas al margen de la normativa de nuestra lengua.

La fascinación por la mayúscula se evidencia en todo tipo de escrito: desde contratos y sentencias hasta avisos de instituciones y órganos del Estado. Las mayúsculas innecesarias pueden denominarse:   sentimentales, caprichosas, de apego, por ignorancia y enfáticas.

Hay, por supuesto, mayúsculas legítimas o correctas, son las que se aplican de acuerdo con la norma de nuestra lengua. Tenemos reglas muy específicas, por ejemplo, de acuerdo con la posición que la palabra ocupe en el escrito, la puntuación exige su escritura con mayúscula inicial en los casos siguientes:

1) La primera palabra de un escrito o la que aparece después de un punto, con independencia que pueda estar precedida de un signo de apertura de paréntesis, comillas, interrogación o exclamación: Quiero hablar contigo. ¿Puedo verte en tu oficina? Espero tu respuesta, me urge.

2) La palabra que sigue a los puntos suspensivos cuando estos cierran el enunciado: Llevamos plátanos, ñames, yuca, pollos, chuletas,…El sancocho fue éxito.

Las palabras comunes (mujer, madre, patria, país, presidente, misa, templo, abogado, dictadura, tiranicidio, héroe, general, coronel, senador, agricultor, profesor, ingeniero, ministro,…) se escriben con minúscula inicial,  a excepción de que formen una expresión  denominativa. Ejemplo: Ministerio de la Mujer.

De la Ortografía académica, cito: “Conviene recordar siempre, sin embargo, que la mayúscula es la forma marcada y excepcional, por lo que se aconseja, en caso de duda, seguir la recomendación general de utilizar con preferencia la minúscula”. (pág. 446).

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