SAGRARIO Y EL GENERAL

 Sagrario Ercira Díaz Santiago

Por Vianco Martínez / Tomado de Facebook

DOMINGO, 27 JULIO 2025:- Francisco Báez Mariñez era uno de los perros de presa del general Enrique Pérez y Pérez, un siniestro personaje que reinó en las sombras más oscuras de los doce años de gobierno de Joaquín Balaguer. Llegó a la Universidad Autónoma de Santo Domingo, metralleta en mano, a las tres de la tarde del viernes 4 de abril de 1972, mientras las tropas del gobierno la mantenían cercada y amenazaban con imponer su ley.

Antes que él, habían llegado los coroneles Rolando Martínez, jefe del Servicio Secreto, y Julio Carbuccia Reyes, jefe de los Cascos Negros.

La policía había tendido el cerco al recinto universitario alegando que buscaba al dirigente izquierdista Tácito Perdomo Robles porque tenía un plan para matar al presidente.

Báez Mariñez era teniente coronel. Llegó a la UASD al frente de un furioso batallón de Operaciones Especiales que se instaló en la intersección de la avenida Alma Mater con Correa y Cidrón en siete ruidosos vehículos militares, y desde allí, junto al resto de las tropas, empezó su avance hacia el recinto.

El reloj marcaba las cuatro de la tarde cuando los agentes se pararon, en posición de combate, frente al Aula Magna.

En el grupo de universitarios que sufrían el cerco de aquel día –unos mil en total- había estudiantes, profesores y empleados que participaban en el proceso de registro y reinscripción del próximo semestre.

Cuando las tropas apuntaron sus armas al grupo, los universitarios empezaron a cantar el Himno Nacional, que fue lo único que les pareció decoroso ante la situación que les sobrevenía. Pero no pudieron terminar ni la primera estrofa. Báez Mariñez, furioso y descontrolado, exhibiendo las mejores prendas de su arrogancia, levantó su brazo derecho, y así lo mantuvo por un instante, toda la tropa pendiente de él.

Al bajarla, empezó el tiroteo. Según los testigos, la balacera se prolongó por más de cinco minutos. Los tiros ahogaron el Himno y ofendieron la hermosa luz de aquella tarde de abril.

Ese, precisamente, fue el día que mataron a Sagrario.

Sagrario Ercira Díaz Santiago era estudiante de la Facultad de Economía de la UASD cuando el destino la colocó inesperadamente en el centro de aquel infierno. El día de su desgracia estaba junto a su hermano Fidias –hoy profesional de la medicina-, justo en el momento en que los hombres de Báez Mariñez apretaron sus gatillos.

Después de ordenar la matanza, el teniente coronel Francisco Báez Mariñez desconsideró al rector Jottin Cury, metiéndolo en un camión de la Policía y llevándoselo preso, junto al vicerrector Tirso Mejía Ricart y a un numeroso grupo de profesores, empleados y estudiantes.

La comisión que investigó el crimen culpó directamente a Báez Mariñez de haber ordenado la matanza. El 5 de mayo de 1972, el oficial, junto a ocho alistados, fue dado de baja y sometido a la justicia civil en un expediente elaborado por la Consultoría Jurídica de la Policía. Después de la farsa montada por el gobierno, Báez Maríñez y el grupo de asesinos que lo acompañó en la triste hazaña del 4 de abril, fue puesto en libertad. Y así, nadie pagó su culpa por el crimen de Sagrario.

El teniente coronel Francisco Báez Maríñez pertenecía a un grupo de oficiales muy bellacos que estaban al servicio del gobierno de Balaguer. Años atrás, había sido jefe del Servicio Secreto, una madriguera de asesinos a sueldo que había sembrado el terror por los cuatro costados y había llevado la desgracia a numerosas familias con sus "convincentes" métodos de interrogación.

En 1968, en medio de una pugna policial, fue puesto en retiro bajo el alegato de que tenía "trastornos mentales". Tenía tanto talento para sobrevivir que, según una denuncia hecha por Amaury Germán Aristy en el periódico El Nacional, antes de irse a su retiro, destruyó archivos del Servicio Secreto que lo comprometían con actos de tortura. Un año después fue reintegrado.

El 27 de noviembre de 1984, el presidente Salvador Jorge Blanco, en pago a los servicios prestados y sin respetar el dolor de la familia de Sagrario, lo designó sub-jefe de la Policía, mediante el Decreto número 2529.

Ese hombre, que en una muchacha de 24 años, asesinó una tarde a todas las flores de abril y que lleva consigo el cadáver de la historia, que vive tranquilamente en una finca en Nizao, olvidado de su pasado y de la sangre derramada, es la persona a quien el Presidente la República, doctor Leonel Fernández Reyna, mediante el Decreto 476-07, de fecha 27 de agosto de 2007, acaba de reintegrar a la Policía con rango de Mayor General.

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