Bahoruco sangra verde y nadie la cura
SÀBADO, 24 mayo 2025: Lo que está pasando en la Sierra de Bahoruco no es desarrollo. Es depredación con permiso. Es saqueo ambiental disfrazado de agricultura. Y lo peor es que no está pasando a escondidas. Está pasando a plena luz del día, con tractores, con rutas establecidas, con nombres y apellidos.
Cada árbol talado es una bala al pulmón del sur. Pero como no duele de inmediato, nadie se inmuta. Como el oxígeno no se cobra, no lo valoran. Como el río aún corre, creen que va a durar para siempre.
Están sembrando aguacates en tierra protegida, desmontando bosques que tardaron siglos en crecer. ¿Quién los frena? Nadie. Porque al final, los que talan no son campesinos desesperados. Son empresarios disfrazados de agricultores. Gente con padrinos. Gente intocable.
La sierra se está volviendo un páramo, y el gobierno sigue en su eterno estudio de impacto. Pero el impacto ya está: en el agua que escasea, en las lluvias que arrastran lodo, en la fauna que desaparece.
Y no se trata solo del medio ambiente. Se trata de herencia, de soberanía, de respeto a un territorio que ha sostenido comunidades enteras por generaciones. Cada hectárea que se pierde es un pedazo de futuro que se quema. Y nadie rinde cuentas.
Esto no es solo un crimen ecológico. Es un crimen generacional. Están hipotecando el país para llenar contenedores de exportación. Y todo, con el silencio oficial como cómplice.
¿Dónde está el Ministerio de Medio Ambiente? ¿Dónde están las autoridades locales? ¿Dónde están los jueces ambientales, si es que existen? Están, pero callados. Y eso es lo más grave. La impunidad se ha convertido en política de Estado.
La Sierra de Bahoruco no necesita más diagnósticos. Necesita protección real, vigilancia constante y castigo ejemplar. Porque cuando se acabe el verde, no habrá dinero que compre el aire.
No hay comentarios.