La presa de Monte Grande: Una estructura con fallas visibles

 Quien escribe estas letras es un hijo de la región Enriquillo, que desde que apenas era un adolescente empezó a escuchar el clamor de sus coterráneos por la construcción de una presa que garantizaría el desarrollo productivo de la región.

MARTES, 19 AGOSTO, 2025:-  A mediado de la década de los ochenta, el distinguido comerciante de mi natal Neiba don Issa Miguel Lama, daba su inicio en la vida política partidaria y fue propuesto como candidato a senador por la provincia de Bahoruco por el partido Reformista Social Cristiano PRSC, y su principal promesa de campaña era que, gestionaría con el gobierno central la construcción de una presa que sería denominada “La Presa de Monte Grande”, me deleitaba escuchar con la vehemencia con que don Issa Lama describía la bonanza agropecuaria de la región, una vez fuera realidad la construcción de dicha presa.

Hoy, cuarenta años más tardes y finalmente haber sido “inaugurada” la presa como símbolo de progreso, resulta que, escucho la denuncia de que acumula agua desde hace veinte meses sin contar con canales de riego, acueductos operativos ni infraestructura hidroeléctrica que permita su aprovechamiento, sin lugar a dudas, enfrenta un peligro inminente que no puede ser ignorado.

La presa de Monte Grande, más que una presa funcional, hoy es una enorme pileta que no beneficia a los agricultores ni a las comunidades, y cuyos únicos beneficios hasta ahora parecen recaer en quienes gestionaron los recursos de su construcción deficiente. Esto no es más que una estructura con fallas visibles, compuertas que no operan correctamente y ajustes de ingeniería sin ejecutar. La presión del agua constituye una amenaza real.

La región, además, está expuesta a riesgo sísmico, aumentando la vulnerabilidad de miles de familias. Esas faltas derivadoras y las ramificaciones no sirven más que para convertir el recurso en un peligro, y no en un instrumento de desarrollo.

El Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), como financiador del proyecto, tiene una gran responsabilidad, esta debe garantizar que la inversión se traduzca en seguridad y desarrollo real, y no en un riesgo latente que amenaza vidas y producción.

La presa de Monte Grande, tal como está, no cumple su propósito. La acumulación de agua sin canales de distribución ni riego, solo convierte a la región en vulnerable, con pérdidas potenciales de cultivos, afectación a la seguridad alimentaria y exposición a desastres.

La época para discursos ha pasado. Ahora es momento para corregir los errores, ejecutar las obras complementarias y convertir esta amenaza en un recurso útil para el Suroeste. De ahí que en nuestra calidad de suroestano elevamos nuestras voz ante tal situación y pedimos a los senadores de la región Enriquillo Andrés Guillermo Lama Pérez (Bahoruco), Moisés Ayala Pérez (Barahona), Dagoberto Rodríguez Adames (Independencia) y Secundino Velázquez Pimentel (Pedernales), que usen su curul y exíjanle al congreso que empleen su deber de interpelar, e inviten al director del INDRHI y a los funcionarios responsables, para que reconozcan los vicios de construcción, detallen las medidas correctivas y rindan cuentas a la población que hoy vive expuesta. La transparencia y la acción inmediata son indispensables.

Por: José Peña Santana

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