¿Para quién escribo, si nadie lee nada?
La autoras es publicista. Reside en Santo Domingo Oeste.
POR MAXIRIS PIMENTEL
EN SANTO DOMINGO, viernes, 04 de julio del 2025: Dicen que leer nos hace libres, pero yo tengo una teoría: Nadie lee nada.
No lo digo con tristeza, lo digo con furia. Con la furia de quien escribe sabiendo que sus palabras morirán en el olvido digital, que serán arrastradas por la corriente infinita del scrolleo, desplazadas por bailes tiktokenses, tendencias y ‘’audios virales’’.
Como gestora de redes sociales, sé que, si quiero decir algo, no basta con escribirlo bien. Ahora tengo que disfrazar el mensaje de video de 30 segundos, ponerle música de fondo, subtítulos de colores y un gancho en los primeros tres segundos, y aun así… Fácilmente nadie lo vea hasta el final.
Quizás nadie entienda. Quizás nadie escuche. Quizás nadie lea. ¡¿Entonces por qué sigo escribiendo?! Probablemente escribir ya no sea una herramienta de comunicación. Tal vez sea un acto de rebeldía o una vaina de esas. Una necedad. Una forma de resistir y ser aguerrida. Escribir se volvió, quizás, un acto íntimo. Casi un rezo, diría yo.
¿Entonces para quién es realmente este esfuerzo? Para mí. Para todos los que alguna vez sintieron que al escribir ordenaban el mundo, aunque nadie más lo leyera.
Porque escribir sigue siendo un oficio noble, aunque ahora sea un oficio invisible. Porque, aunque nadie lea, yo sí quiero decirlo.
Y no se trata de ser puristas, ni de llorar por tiempos que ya pasaron. Se trata de adaptarnos… Sin renunciar.
Se trata de seguir creando de otra forma. De entender que comunicar hoy ya no es solo redactar bien: Es contar lo mismo, pero con menos palabras y más impacto, es explotar tu creatividad, sin traicionar tu mensaje. Es usar el algoritmo, sin que el algoritmo te use a ti.
Aceptar que las reglas cambiaron, pero que el corazón del mensaje sigue vivo.
Sigue esperando ser leído, aunque sea por uno, y si es solo uno que te lee, que valga la pena. Porque si nadie lee nada… Entonces escribir es, más que nunca, un acto de fe.
Y yo, al parecer, aún creo.
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